Las construcciones y edificios de la arquitectura popular son funcionales adecuándose siempre a la finalidad prevista y a los materiales disponibles en cada lugar. Se caracterizan por una gran economía de medios, volumen y obra, ya que sus constructores buscan el ahorro de trabajo y materiales, ello conlleva que dichos materiales son siempre locales o próximos y se emplean con técnicas sencillas cuyo origen se remonta a épocas anteriores que se han transmitido de una a otra generación mediante la tradición oral.
Arquitectura popular o arquitectura vernácula, son términos que se aplican indistintamente a las construcciones o a los edificios que presentan rasgos o características tipológicas comunes en determinados ámbitos geográficos de diversa extensión, por ejemplo: la arquitectura de barro en España, propia de las comarcas de la Tierra de Campos o la arquitectura subterránea, que se extiende por muchas parte del mundo.
La teoría y la historia de la arquitectura, tradicionalmente se han ocupado del estudio de los monumentos, de la obra de los arquitectos, de las corrientes y estilos de la «arquitectura culta» dejando de lado la «arquitectura sin arquitectos» que representa el 90% de los espacios donde la humanidad vive y trabaja, frente al 10% que representan los edificios y espacios de la «arquitectura culta».
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